Por Zoé Valdés/El Debate.
La cobardía es una palabra que suele estar cargada de juicios negativos, y la cobardía desde luego que es un sentimiento negativo, una actitud deplorable. Sin embargo, detrás de su aparente simpleza se esconden matices complejos que merecen ser explorados. Trataré de explicar la naturaleza de la cobardía, su impacto en la vida individual y colectiva, y las reflexiones que surgen de distintas frases célebres acerca de ella.
«Si la cobardía se detuviera en la cobardía, sería comprendida y excusada». Este refrán harto conocido sugiere que el reconocimiento de la propia debilidad no es sin embargo necesariamente reprochable. Todos, en algún momento, enfrentamos situaciones que nos sobrepasan, y admitirlo puede ser el primer paso hacia la empatía y el entendimiento. Hacia la corrección de semejante defecto. La cobardía, en su estado puro, es humana; el problema surge cuando se convierte en negación de la responsabilidad o en evasión sistemática de los valores.
«La tiranía conduce a la cobardía mental». Aquí, con esta frase tan manipulada, se plantea que los regímenes opresivos, al limitar la libertad de expresión y pensamiento, generan una especie de parálisis intelectual. La cobardía mental no implica solo temor físico, sino la incapacidad de rebelarse contra lo establecido, de cuestionar, de imaginar alternativas. En la historia, muchos pueblos han sufrido esta consecuencia, quedando sometidos no solo por la fuerza, sino por el miedo interiorizado. Sembrado desde el terror impuesto. Paralizados en el mal.
«Las cartas anónimas son de una cobardía indescriptible». El anonimato, en ciertos contextos, se convierte en un escudo detrás del cual se esconde el miedo a enfrentar las consecuencias. Las cartas o mensajes anónimos, especialmente aquellos que buscan dañar o manipular, reflejan una falta de ética y de responsabilidad. Un impulso criminal. La verdadera valentía consiste en dar la cara, en asumir las palabras y los actos. Lo hemos experimentado muchos que damos la cara y ponemos nuestros nombres a favor de la verdad y de la claridad.
«La cobardía tiende a proyectar en los demás la responsabilidad que uno rechaza». Esta conducta, frecuente en ámbitos laborales, familiares e incluso políticos, muestra cómo el miedo puede llevar a la evasión de tareas o misiones y a la culpa indebida de otros. Es una forma de autoengaño y, a la vez, una fuente de conflictos sociales. Reconocer la parte de responsabilidad propia es esencial para construir relaciones sanas y auténticas. Ante la cobardía la única respuesta debe ser la valentía, el coraje, la palabra, el verbo.
«La cobardía empieza donde termina el poder». Esta frase encapsula la idea de que el poder, entendido como capacidad de actuar, se diluye ante el miedo. Cuando una persona pierde la seguridad en sí misma o su autoridad sobre una situación, es probable que surja la cobardía. Por eso, el coraje no se mide solo por la ausencia de temor, sino por la voluntad de actuar a pesar de él. Es necesario que el miedo cambie de bando, que el miedo lo sientan los opresores. Pedro Sánchez y toda la recua de dictadores y tiranos comunistas se comportan como cobardes cada vez más porque saben que han perdido el poder, si es que alguna vez lo tuvieron desde el espíritu, que es la única fuerza mayor en Dios…
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