Cultura/Educación

Josefina Bonaparte de Suecia: Una reina católica para un reino luterano

Por Dámaso Barraza.

Estocolmo, una ciudad conocida por su elegancia y rica historia, guarda un evento verdaderamente único y exótico: la Misa Católica Anual en conmemoración de la Reina Josefina. Organizada por la Parroquia Católica de Santa Eugenia (Sankta Eugenia katolska församling), esta ceremonia especial se celebra cada 7 de junio en la histórica Riddarholmskyrkan (Iglesia de Riddarholmen). Es un encuentro poco conocido que ofrece una fascinante ventana a un capítulo inusual del pasado de la capital sueca.

 

El corazón de este evento es la extraordinaria figura de la Reina Josefina de Leuchtenberg (Josefina Maximiliana Eugenia Napoleona). Esposa del rey Óscar I, fue reina de Suecia y Noruega entre 1844 y 1859. Lo que la hace tan notable es que, a diferencia de la mayoría de la realeza y la población sueca de su tiempo, ella permaneció católica a lo largo de toda su vida en un país firmemente luterano.

Nacida en 1807, su linaje era impresionante: hija de Eugenio de Beauharnais (hijastro de Napoleón Bonaparte) y Augusta de Baviera, y nieta de la emperatriz Josefina de Francia. Su matrimonio en 1823 con el príncipe heredero Óscar fortaleció la legitimidad dinástica de la Casa Bernadotte.

No estamos hablando de un lugar cualquiera en Estocolmo sino muy especial. La Riddarholmskyrkan no es solo una iglesia; es un viaje a través de la historia de Estocolmo, la edificación más antigua de la ciudad que sigue en pie. Imagina que es un libro abierto que nos cuenta siglos de transformaciones.

Fundada alrededor del 1292, la Riddarholmskyrkan comenzó su vida como la Gråbrödrakyrkan (Iglesia de los Frailes Grises o franciscanos conventuales). Fue concebida como una iglesia para el convento franciscano de la época, gracias a una donación del rey Magnus Ladulås, quien, de hecho, fue el primer monarca enterrado allí. Es la única iglesia monástica medieval que se conserva en Estocolmo, un verdadero testimonio de la arquitectura de ladrillo de aquel entonces.

Con el tiempo, las cosas cambiaron. Después de la Reforma Protestante y las decisiones de Gustavo Vasa, la iglesia se transformó en una parroquia dentro de la Iglesia Sueca Luterana. Pero su destino final la consolidó como algo mucho más monumental: se convirtió en la iglesia de enterramiento de los monarcas suecos. Es el lugar de descanso final para numerosos reyes y reinas, un espacio solemne donde la historia real de Suecia reposa.

Continuando con la reina Josefina, su profunda fe fue crucial para el resurgimiento del catolicismo en Suecia. Defendió activamente la libertad religiosa, apoyó la construcción de la primera iglesia católica en Estocolmo desde la Reforma y fue clave en la aprobación de la libertad religiosa en Suecia en 1860, aunque permitió que sus hijos fueran educados en la fe luterana. La reina Josefina también fue muy apreciada por su caridad, su impulso a la cultura y su papel en la modernización social de Suecia y Noruega. Falleció en Estocolmo en 1876 y fue sepultada según el rito católico en la misma Riddarholmskyrkan. Incluso hoy, las joyas que llevó consigo al casarse, herencia de la emperatriz Josefina, forman parte del tesoro de la familia real sueca.

Dámaso Barraza es un opositor cubano radicado en Suecia.

 

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