Por Víctor A. Fernández Calzadilla.
La belleza a lo largo de la historia siempre ha respondido a criterios estéticos de grupo, es decir, consensuados por el subconsciente y el consciente colectivo. Ha variado y cambiado por país, región, y época desde siempre. “Lo bello” nunca ha sido algo rígido e inamovible. Basta observar la historia de la pintura y los distintos cánones estéticos que se aprecian según la época para constatarlo. La gente más gorda, más flaca, los senos y traseros más pequeños, o más grandes, etcétera, cambian según el período histórico. Occidente ha tenido una especie de “patrones comunes”, sobre todo de la 2da mitad del S XX hasta el presente, con variaciones por región y país, pero en lo esencial ha existido -y existe- una especie de canon no explícito, aunque pactado “socialmente”. Los medios de comunicación, el cine, la televisión, la prensa de moda, el márquetin, han establecido ideales de belleza. De la sensual mujer -estéticamente hablando-, de los años 40’s a los 60’s, más “rellenita”, con curvas, a partir de los 70’s se comenzó a transitar hacia la imagen de una mujer insalubre, de aspecto anoréxico gracias a la pléyade de diseñadores de moda, probablemente misóginos, para quienes la mujer era un perchero donde colgar su ropa según atestiguan sus creaciones. La responsabilidad social de la industria de la moda en el auge de enfermedades y trastornos alimenticios entre las jóvenes, por seguir los cánones establecidos por la moda -que yo sepa- nunca ha sido juzgada. A partir de los 90’s, en un mundo donde ya no había mucho más que aportar en términos de diseño de moda, se comenzó con el refrito de todo lo anterior y la reposición, pero había una corriente política dentro de la moda que fue ganando terreno: la supuestamente contestataria, es decir, la llamada moda “trash”, “basura” -que había comenzado en los 70’s- que elevó la basura, y el harapo, a la categoría de “bello”. De ahí que desde el 2000 a la fecha vivamos en un mundo que parece sacado de una película apocalíptica de zombis. Hoy se lleva la ropa rota, de aspecto sucio, desgastado, desgarbado, mientras más aspecto de mendigo “homeless” se lleve, más a la moda se está, parece ser el mensaje.
¿Es esto lo peor? No. La moda también se metió en política con un discurso cada vez más violento. A nivel social -entre los millennials sobre todo-, el propósito de la moda ya no es lucir lo mejor que se pueda sacando partido a tu constitución anatómica -como en sentido práctico y estético había sido antes el vestir-, sino establecer un discurso. Un discurso que por otra parte tiene una tremenda opacidad, es decir, el mensaje entre “me visto de mendigo porque me importa un comino lo que el mundo piense de mí”, o “me visto de mendigo porque no valgo un comino”, no queda claro. Nihilismo es demasiada filosofía como para aplicársela a esta última tendencia. Si tenemos en cuenta que el aspecto personal es el primer contacto que tenemos entre las personas -el visual- y que “cómo me visto” es mi tarjeta de presentación, ¿qué quiere decir la moda con su discurso actual? ¿Me visto de mendigo por rebeldía? Esto sería aceptable si esa supuesta rebeldía fuera honesta, es decir, si los recursos para la vestimenta fueran obtenidos literalmente en la basura, o en el mercado de segunda mano, pero no es así. Todas las grandes empresas de moda prêt-à-porter, y las grandes firmas exclusivas, se han apuntado al carro de -en mi opinión-, “lo feo”, y he ahí que la sociedad actual gasta ingentes cantidades de dinero para lucir de la peor manera posible, lo cual invalida el supuesto discurso de rebeldía (si te rebelas contra una industria, lo más lógico es que prescindas de ella). Esto último aplica también para los “ecologistas” que usan la última versión de teléfonos, tablets, computadoras, que renuevan cada año a más tardar, sin importarles los cientos de miles de toneladas de basura tecnológica que su “estar a la moda digital” genera.
La moda ha irrumpido como arma política de la peor manera en los últimos tiempos. Pretende continuar vendiendo su discurso estético falsamente equidistante de la política, pero participando activamente en ella. Curiosamente se ha apuntado a las filas de la ultra extrema izquierda beligerante; ¡Sí, las mismas personas a quienes Ernesto Guevara, el asesino conocido como Che, habría mandado a sus campos de concentración, las infames UMAP! Consciente de su actual influencia social, la moda (que hoy es un “ente político” como ya hemos establecido) se dedica a fabricar mitos basados en falacias siderales. Por ejemplo, durante 8 años todo el mundo de la moda se dedicó a exaltar en términos ditirámbicos algo que costaba mucho de ver: la belleza, la clase y la elegancia de Michelle Obama quien cada semana apareció en portadas de revistas de moda, llegando al paroxismo de ser declarada “la mujer más bella del mundo”. Obviamente, no se trataba de exponer una realidad, sino de construir un mito para promover una ideología. La moda dejó de ser un instrumento del marketing, del comercio, y de la estética y se está dedicando a una función social política, convirtiéndose en el cancerbero de la izquierda más radical. La mayor prueba de este nuevo empleo ideológico de la moda la dieron sus propios militantes con el vacío absoluto que le hicieron a Melania Trump, la primera “First Lady” en los USA quien, a pesar de haber sido modelo profesional, de su belleza, y de su exquisitez en el vestir, no salió ni una sola vez en ninguna revista de moda por el solo hecho de ser la esposa de quien es. Toda esa prensa especializada no solo la ignoró, cuando habló de ella fue en los peores términos despectivos. ¡La misma gente que había coronado a Michelle Obama como “la mujer más bella del mundo”!
Actualmente en España la derecha cuenta con una serie de señoras que merecerían una portada, o un artículo en cualquier publicación de moda, por su belleza, distinción, y buen vestir. Todas son flagrantemente ignoradas por la prensa de la moda española como lo fue Melania Trump por la mundial. La misma prensa que sí publica reportajes de mujeres de partidos de izquierda de dudosa singularidad por cuanto a la moda se refiere. Al menos María Teresa Fernández de la Vega, la portavoz de José Luis Rodríguez Zapatero, que sí llegó a las revistas, era paradigmática por su estilo personal y su estar “a la mode”, las de ahora…
Una vez más, el mundillo de la moda vende “el traje del rey”, pero ahora es rojo con pespuntes marxistas.
Víctor A. Fernández Calzadilla es escenógrafo y director de escena, historiador de la ópera, y galerista.
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Un Periodista espanol dijo de Irene montero (podemos) que tenia un “co..o” del tamano de una mesa y la aludida -parece que orgullosa de sus partes pudendas- dijo que era un piropo muy lindo. En esta foto de Michelle, al menos le cabe una mesita de noche entre las patas.
El piropo que tanto le gustó a la Montero expone elocuentemente el talante estético y humanístico de ambos, emisor y recipiente. Siendo ella promotora de la criminalización y penalización del piropo como “acoso secual”, que le digan semejante barbaridad refiriéndose a su c*ñ* , y que lo aplauda la retrata de la peor manera. Lo de Michelle Obama le quedó hilarante. Gracias por leer el artículo.
¡Muy bueno!
Hay que tener dos lascas de tocino en los ojos para decir que Miguelon es la mas bella del mundo aypolfaboll como siempre la izquierda anda borracha y puesta para el daño