EDITO

ED. JD Vance y su envidia de Europa

Por Zoé Valdés/El Debate.

Confieso que sentí envidia del discurso del vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, cuando visitó Europa por primera vez tras asumir su cargo. Vance es un excelente orador, y todos coinciden en que a sus cuarenta años es un hombre muy preparado, forjado también en la guerra, proveniente de una familia humilde. Lo que no podía sospechar es que esa magnífica pieza de oratoria que nos brindó iría a convertirse en tan breve tiempo en un burdo acto de desprecio que me atrevería a calificar de solapada envidia. Sería injusto pensar que el vicepresidente de Estados Unidos desprecie a Europa, de modo que achaco su actitud arrogante a una especie de animosidad, de celos, frente a lo que probablemente cree que sea inalcanzable.

He conocido a varios políticos y a personas relacionadas con la política, que sin conocer a Europa destripan del continente confundiéndolo con la institución que es la Unión Europea. Pues no, Europa no es la Unión Europea, como Fidel Castro y el Partido Comunista no eran ni son Cuba. Eso quisiera la UE, que esa confusión se manifestara mediante la sustitución e implantación de un sistema por encima de una cultura. No sucederá nunca.

Pero a J.D. Vance se le ha metido en la cabeza destrozar a Europa con cada una de sus frases, en tono hiriente, resentido, palabras que no van más allá de lo dolido porque sí. No sé si a consecuencia de que cuando puso el pie en el peldaño de piedra del Palacio del Elíseo advirtió que no había nadie allí para recibirlo como merecía, lo que con toda evidencia fue un desaire galo, ahí le doy la razón. O si, por el contrario, la causa es que al querer borrar el desaire y desear colmarlo abriéndole solo a él, a su esposa e hijos, las puertas de la catedral de Notre Dame de París, lo que jamás se había hecho con ningún otro político, y ni siquiera con ningún artista, ni escritor, ni poeta, es más, creo que ni Victor Hugo que escribió la obra más hermosa sobre Notre Dame pudo gozar de semejante privilegio, es posible que el acto extremo de generosidad a la francesa haya avivado más los resquemores en el alma del antiguo chico de la América profunda; quizás interpretó que se trataba también de otra humillación hacia su persona.

El problema de la falta de cultura, de esa cultura que no te da ninguna universidad, ni siquiera Yale, quizás la Sorbona en otros tiempos la diera, todavía su prestigio se basa en el contenido y no en el tintinear de las monedas con las que se pagan los estudiantes sus estudios, es que sin esa cultura no se aprende jamás a diferenciar entre lo bueno y lo majestuoso, lo delicado de lo bruto. A Vance le falta mundo, se le nota demasiado, y esto ya empezó a ser un problema real dentro de su gestión. Se le nota en el trato y en el maltrato, puede caer tan alto como tan bajo.

Pudiera ser que la equivocada sea yo, y que a la inversa Vance sea más cultivado de lo que yo pudiera imaginar, que se ha leído, por ejemplo, a Marcel Proust todo entero, En busca del tiempo perdido al menos, y que haya comprendido que, ni siquiera llega a los talones de la Duquesa de Guermantes, que el esnobismo tampoco lo referencia en su total humanidad. Lo que no sería grave si no fuera tan consciente.

Un hombre preparado no es precisamente un hombre cultivado, un político cultivado constituiría además en la actualidad una rareza, no será J.D. Vance quien venga a dar lecciones de gestualidad y amaneramientos presuntuosos y estirados a la Europa de aquellos grandes clásicos que fueron también hombres políticos: Goethe, Churchill, Azorín (apenas queriendo), Malraux, por poner solo tres ejemplos, y más preclaros y sencillos en su haber y en su estar…

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3 Comments

  1. Richard

    Simplemente los están tratando como se merecen. Los europeos son aliados de EEUU cuando saca la billetera y paga la cuenta. Y por envidia, los campeones están en Europa, en España, y no lo digo yo, Miguel de Unamuno se me adelantó.

    • Pues tendrá que recibir la respuesta en su turno, porque no todos los europeos son iguales, y bastantes norteamericanos de alto rango que vinieron a vivir y a morir aquí en diversas épocas.

  2. Isidro Quiroga Codina

    Muy bueno Zoe. Este señor pasó por la universidad pero en tranvía. No logra superar su mentalidad de «redneck.» La mona aunque la vistan de seda, mona se queda.

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