Política

El Imperio contraataca colocando de virrey a un banquero

Por Carlos Manuel Estefanía.

La afirmación de que Canadá, a pesar de su independencia formal, sigue bajo el control de Inglaterra no es una mera especulación, sino una realidad histórica y política que se manifiesta en distintos niveles de poder. Aunque la Constitución de 1982 supuestamente marcó la independencia total del país, la influencia británica persiste en aspectos fundamentales de la política, la economía y la estructura de gobierno canadiense.

Historia de la Dominación Británica
Desde su creación como dominio británico en 1867, Canadá ha seguido un camino de autonomía progresiva, pero siempre dentro del marco dictado por la Corona británica. La Confederación Canadiense otorgó al país un gobierno propio, aunque sus leyes seguían sujetas a la supervisión británica. El Estatuto de Westminster de 1931 permitió cierta independencia legislativa, pero Londres continuó teniendo la última palabra en cuestiones constitucionales hasta la aprobación de la Ley de 1982, que en teoría puso fin a la tutela británica. Sin embargo, los vínculos estructurales con el Reino Unido han demostrado ser más resistentes de lo que aparentan.

El Control Británico en la Actualidad
Canadá sigue siendo una monarquía constitucional en la que el rey del Reino Unido funge como jefe de Estado, representado en el país por el Gobernador General. Aunque este papel es considerado mayormente simbólico, la realidad es que refuerza la influencia británica en la estructura del poder canadiense. Además, Canadá forma parte de la Commonwealth, un mecanismo de influencia británica que, si bien se presenta como una comunidad voluntaria de naciones, en la práctica mantiene a sus miembros dentro de una órbita de dependencia política y cultural.

El Caso de Mark Carney: Un Peón del Imperio Británico
En este contexto de control británico encubierto, la figura de Mark Carney se convierte en un claro ejemplo de cómo el Reino Unido sigue moldeando el destino de Canadá. Carney, exgobernador del Banco de Inglaterra y exgobernador del Banco de Canadá, representa los intereses de la élite financiera británica más que los de la ciudadanía canadiense. Su posible ascenso a la dirección política de Canadá confirma que el Reino Unido no ha renunciado a manejar los hilos del país.

Carney, con una carrera forjada en instituciones bancarias como Goldman Sachs y en el sistema financiero británico, ha sido promovido como un tecnócrata capaz de enfrentar desafíos económicos globales. Sin embargo, su trayectoria muestra una lealtad inquebrantable a los intereses de la élite globalista alineada con el Reino Unido. Su retórica progresista y su aparente oposición a Donald Trump no son más que una estrategia para garantizar que Canadá permanezca dentro del ámbito de influencia británico, bloqueando cualquier intento de independencia real y consolidando la agenda de Londres.

El Verdadero Enemigo de Trump
A pesar de que Carney ha adoptado un discurso que podría interpretarse como pragmático frente a la amenaza económica que representa Trump, en realidad es uno de sus más fervientes opositores. La estrategia británica no es alinear a Canadá con la administración de Trump, sino usar la crisis política y económica como pretexto para fortalecer su control sobre el país. Carney, con su perfil de banquero internacional, es la pieza clave en este tablero: su misión es asegurar que Canadá continúe siendo una neocolonia británica, utilizando el miedo a Trump como herramienta de cohesión política.

En este sentido, el nombramiento de Carney no es una coincidencia, sino parte de un plan bien estructurado para mantener la subordinación de Canadá a los intereses británicos. Mientras los ciudadanos creen que están eligiendo un líder independiente y progresista, en realidad están viendo cómo la maquinaria imperial británica sigue operando en la sombra.

Conclusión: Canadá Sigue Bajo Control
El caso de Mark Carney es solo una muestra de cómo el Reino Unido sigue ejerciendo su dominio sobre Canadá, disfrazándolo de modernidad y pragmatismo económico. La realidad es que la soberanía canadiense sigue siendo una ilusión, y los hilos del poder siguen llevándose desde Londres. La estrategia británica ha evolucionado de una ocupación colonial directa a un control financiero y político más sofisticado, pero el resultado es el mismo: Canadá sigue siendo una extensión del Imperio Británico, con líderes que responden más a los intereses de la élite londinense que a los del pueblo canadiense.

Carlos M. Estefanía es disidente cubano radicado en Suecia.

”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”

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