Cultura/Educación

FD. ¡A ver si cambiáis!

Por /Fundación Disenso.

Karla Sofía Gascón ha sido condenada al ostracismo por el progresismo a causa de antiguas publicaciones en redes sociales

Un hombre que se siente mujer no es una mujer. A los hombres que se someten a tratamientos hormonales y modifican su anatomía gracias a esas hormonas, prótesis y bisturíes, se les suele denominar «mujeres trans», adjetivación que delata un origen diferente al del resto de mujeres, aquellas que no han «transicionado». De un tiempo a esta parte, la oposición cromosómica XX-XY, esa que dirimía la diferencia con criterios citogenéticos, ha perdido terreno ante el empuje de un subjetivismo que llega al extremo de tener como referencia, aunque no la única, a la autopercepción. Y digo que no la única, porque la mayoría de las así llamadas «mujeres trans» suelen reforzar su autopercepción con una absoluta hipersexualización que a veces, si se recibe la atención de los focos adecuados, desemboca en divismo.

Desde hace décadas, desechada la lucha de clases que conduciría a la dictadura del proletariado, algunas autodenominadas y autopercibidas izquierdas políticas han tirado de analogía y han creído ver en determinadas minorías a las herederas de quienes habrían de llevar a la Humanidad al paraíso, después de tomar los medios de producción. Para ciertos ideólogos izquierdistas, los nuevos parias de Tierra, en lugar de mono, llevan tacones de aguja y deben ser protegidos por cuotas y admitidos -recuerde el lector las últimas olimpiadas- en el mundo de las mujeres no trans, fórmula harto tramposa. Y si alguna de las que pertenecen al mundo clásicamente femenino, al defendido por feministas hoy demonizadas por quienes integran el tribunal woke, alza la voz, será acusada de ser un burdo instrumento del heteropatriarcado.

«Karla Sofía Gascón contaba con todos los avales y condiciones de la ideología woke para instalarse en el estrellato cinematográfico»

En tan delirante contexto se inscribe el caso de Karla Sofía Gascón, ante quien los sectores que se tienen por progresistas, se rindieron tras obtener el premio a la mejor actriz en el último Festival de Cannes por su papel en la película Emilia Pérez, cuyo director, el francés Jacques Audiard, afirmó que el español es un idioma «de pobres». Doble satisfacción, pues, para todos aquellos, muchos de ellos alineados con la ideología de género, que consideran que España es un silo de intolerancia, una sociedad atávica caracterizada por un machismo recalcitrante canalizado a través de la lengua de Cervantes, opresora de otros idiomas en torno a los que ha fraguado una rentable industria, un mercado cautivo sostenido con recursos públicos y, por supuesto, sujeto a cuotas.

«Mujer trans» intérprete de un papel en el que un narco, Juan Manitas Del Monte, transiciona para poder mantener su actividad delictiva, Karla Sofía Gascón contaba con todos los avales y condiciones para instalarse en el estrellato cinematográfico. Si en su momento Alcobendas había dado a Hollywood a Penélope Cruz, ahora entregaba más arte: el del otrora Carlos Gascón, hoy Karla Sofía Gascón, que ofrecía cantidades inmensas de diversidad bajo unas formas algo toscas, como las exhibidas en Cannes, cuando gritó: «¡A ver si cambiáis, cabrones!». La carrera del quien siempre fue Gascón, se suponía fulgurante. Al premio concedido en la Riviera Francesa se sumaba su nominación a los Oscar y la publicación de una nueva versión de su novela autobiográfica, Karsia: Una historia extraordinaria, editada en 2018 bajo su antiguo nombre e identidad, con la editorial Dos Bigotes.

«La activista islámica, Sara Hagi, hizo aflorar antiguos mensajes en los que calificaba al islam como ‘foco de infección para la humanidad´»

Todo iba bien hasta que… hasta que una periodista canadiense, Sarah Hagi, activista islamista, hizo aflorar algunos antiguos mensajes en redes sociales, en los que la fulgurante estrella llamaba «retrasados» a los «seguidores de Alá». Gascón calificaba al islam de «foco de infección para la humanidad». E, incluso, se permitía recordar la Reconquista cuando se preguntaba «cuántas veces más la historia tendrá que expulsar a los moros de España». El descubrimiento de estos desajustes con el credo woke, determinó su fulminante expulsión, su cancelación por parte de quienes, antes de los hallazgos de la activista islámica Hagi, la habían encumbrado, instrumentalizado en su eterna lucha contra la caverna… a la que Gascón resultó pertenecer.

Desde las más altas tribunas institucionales, la del ministro del ramo, el negrolegendario Urtasun, se afearon sus manifestaciones, que «no representan a la sociedad española». «Era una candidatura ilusionante y estos tuits la han empañado», se lamentó don Ernest que, no obstante, dejó constancia de su deseo: «Ojalá vuelvas de Los Ángeles con la estatuilla, Karla». Desde las más bajas, pero no por ello menos influyentes, los propagandistas orgánicos llegaron más lejos. Bob Pop expelió su sentencia: «Es una señora de Vox. Métete en una cueva tres añitos. Todo era un manual de facha. Impresentable».

«Ser transexual, como es el caso de la protagonista de Emilia Pérez, no garantiza la aceptación por parte de los administradores de la ideología de género»

El resultado: la cancelación, manifestada en varios planos. Por decisión de Netflix, Karla Sofía Gascón ha dejado de ser el principal reclamo promocional de Emilia Pérez en la carrera hacia los Oscar. Tampoco asistió a la gala de los Goya, en la que, presumiblemente, hubiera gozado de un gran protagonismo. Sobre el escenario, nadie osó pronunciar su nombre. Dos Bigotes ha decidido paralizar la imprenta, pues la historia de Gascón era extraordinaria, en efecto, pero por las sorpresas que escondía. La contradicción entre el personaje y la persona -recordemos que «persona» remite a la máscara del teatro griego-, por emplear la fórmula errejoniana, alcanzó cotas inasumibles tras el desvelamiento de sus mensajes. Finalmente, ante el señalamiento, llegó el acto de contrición: «Toda mi vida he luchado por un mundo mejor», manifestó Karla Sofía Gascón implorando el perdón del tribunal…

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