Por Zoé Valdés/La Gaceta de la Iberosfera.
Me fascinan las viejas películas del oeste, y también las modernas, protagonizadas por Clint Eastwood y Charles Bronson, que para mí siguen siendo modernas, aunque Clint ya esté muy anciano (sigue trabajando) y Bronson haya muerto. Adoro esos filmes, pero sin mujeres, lo siento. En esos llamados «westerns» la única mujer que puede haber soy yo, como espectadora activa desde mi sofá, dentro de la pantalla de forma imaginaria ya a los pocos minutos de que empiecen los créditos de inicio. Sí, soy muy de hombres cowboy como la actriz que nunca fui, o la amante de una narrativa pasada en que cada cosa era su cosa y no otra, o a la manera gallega: c’a uno es c’a uno.
Los mejores momentos de Billy The Kid —a mi juicio— es cuando en una sucesión de árboles aparecían clavados los letreros de Wanted, Se busca… Con la respectiva recompensa debajo, siempre una suma en dólares; entonces el pistolero corría de una tierra a otra por donde se le buscaba, recompensa mediante.
El tema me ha conducido a otro actual. El actual me agrada menos, lo confieso, sin embargo, debo admitir que lo apruebo, estoy de acuerdo. Sabrán que Estados Unidos puso hace algún tiempo una recompensa de búsqueda y captura sobre el dictador venezolano Nicolás Maduro. Muy acertado, si es que podemos entender que la política también va mucho de película del oeste en la que siempre hay que tener a medio desenfundar los coltles… Nunca entendí muy bien por qué no le habían puesto recompensa de búsqueda y captura igualmente y mucho antes a Fidel Castro, a Raúl Castro, a toda su estirpe y esbirros, pero me explicaron una cosa muy extraña de no sé qué «pacto de no agresión» durante la Guerra Fría, que desde hace rato, desde que ya no es más fría sino caliente, no contiene mayor sentido ni significa nada…
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