EDITO

ED. Las medallas oscuras

Por Zoé Valdés/El Debate.

El olimpismo sustenta las medallas clásicas obtenidas por los mejores atletas del mundo, por las que este evento es históricamente reconocido y aclamado: la medalla de oro, la de plata, y la de bronce. Ganar cualquiera de las tres, pero sobre todo la de oro, encumbra los esfuerzos de los deportistas en cada una de sus disciplinas. Aunque, no puedo callar… En estas olimpiadas en París han surgido nuevas medallas, las que yo me atrevería a denominar las medallas oscuras.

¿A cuáles medallas oscuras me refiero? ¿Son reales o imaginarias? Son reales porque existen en el contexto y en el nuevo orden de la agenda 2030, y son imaginarias porque todavía el Comité Olímpico Internacional (COI) no se ha atrevido a oficializarlas, pero poco faltará, digo yo, visto lo visto hasta ahora.

Una de esas medallas oscuras es la que descalifica al público que ha pagado sus entradas, de fascista o no, en cuanto a la atleta misma de raza mulata -te falta mucho para ser negra, baby- se le ocurra expresar que estos racistas fascistas (medio público de blancos) estarán muy fastidiados por la sencilla razón de que ella haya ganado una distinción olímpica. Ojos en blanco (no sé si se pueda todavía decir eso de ‘ojos virados en blanco’) y vomitera en la pechera. Que alguien, por favor, le explique a la señora de marras que hubo una época en la que, en las Olimpiadas, sólo existían deportistas incoloros, como también un público que pagaba por verlos en su dimensión, o sea, determinación, fuerza y grandeza, sin subrayar el color de su piel. Point barre!

Otra de esas medallas oscurecidas por la bestialidad humana es la que sigue, del mismo modo que se declaran menores sin serlo, ahora se declaran mujeres también sin serlo. Para colmo hay que aguantarlo. Yo no. No me da la gana de que sin que se haya comprobado antes que es una mujer o un macho en toda regla, se me quiera vender la guayaba de que un tipo que inclusive se ajusta el paquete de un lado en pleno ring, hombre en referencia a sus cromosomas, pueda acabar con el sueño de una boxeadora y de cualquier mujer deportista en su disciplina, solamente porque argumenta que nació con un defectico, o porque se siente hoy una cosa y mañana otra. No está apto para competir, de ninguna manera, y es lo que se debiera analizar sin dilaciones…

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