Por Zoé Valdés/La Gaceta de la Iberosfera.
En Estados Unidos gobierna un papalote, un señor que por momentos no sabe ni quién es, que se queda congelado durante los discursos de su mujer que es la que más habla, y sin tener demasiado que decir como no sea elogiar a un papalote inerte y ajado; el papalote no reacciona, no habla, mira fijo a un punto, en el que con toda evidencia se ha extraviado su mente.
En Estados Unidos, digámoslo con todas sus letras gobierna para colmo un tirapedos, lo que se pudo comprobar durante la ceremonia en homenaje a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial en Normandía, junto al presidente Emmanuel Macron, e inclusive también se oyó la sinfonía de un pedo durante el debate junto a Donald Trump.
Joe Biden es un presidente gagá, y un candidato imposible, por mucho que se lo proponga su familia, sobre todo su hijo corrupto y su astuta esposa. Joe Biden no sirve más que para regresar a la tranquilidad de su casa a empezar un tratamiento que alivie su avanzada senilidad. No está apto para gobernar nada, ni siquiera a él mismo, ni sus movimientos motores le responden. Tropieza y se cae constantemente en las escalerillas del avión presidencial, se defeca en medio de un paseíllo y lo tienen que sacar de urgencia del lugar porque el olor a caca lo inunda todo y provoca arcadas en los invitados.
Que Biden no está apto para sus labores presidenciales es sabido desde hace rato, que no hayan querido enterarse hasta ahora los «miedos de incomunicación» es otra cosa. Sí, porque ahora la mayoría se rasgan las vestiduras y fingen que sen enteran, que se han caído de la mata con eso de que tienen como presidente a un cometa indirigible, y que no se puede seguir así…