Por Gloria Chávez Vásquez.
En su biografía crítica de Vladimir Nabokov, The Russian years (1990) y The American years (1991), el irlandés Brian Boyd nos sumerge en las profundidades dramáticas de la vida y obra del autor ruso-americano que alcanzó la fama, a los 63 años, con el éxito de su novela Lolita.
Boyd describe con lujo de detalles, el ambiente liberal de los Nabokov en San Petersburgo, su huida de la Rusia bolchevique, la educación de Vladimir en Cambridge y el asesinato de su padre en Berlín. Vladimir vive con escasos recursos en Alemania y Francia y tras la llegada de Hitler, se asila, con su esposa e hijo, en Estados Unidos.
El biógrafo examina, además, el mundo de Nabokov (1899-1977), su relación con su época y su independencia de ella; la estructura de su mente y pensamiento, la asociación de su filosofía con la creatividad de su estilo y narrativa. La carrera literaria de Vladimir ya era prominente en Rusia cuando escribe, en exilio, La verdadera vida de Sebastian Knight (1941) y Barra Siniestra (1947), una distopia en la que denuncia la opresión del comunismo.
Nabokov concibe un nuevo tipo de autobiografía, “un intento científico de desentrañar y rastrear todos los hilos enmarañados de la propia personalidad” con el título provisional: La persona en cuestión«. Es la única obra de Nabokov, fuera de sus mejores novelas (El regalo, Lolita, Fuego pálido, Ada) que resultó en una obra maestra en su género. Habla, memoria (1951) es un memoir de su infancia en la Rusia Imperial y su exilio en Europa. Ha sido catalogada como la más artística de las autobiografías. Aunque carece del autoanálisis de Leo Tolstoi o del flujo anecdótico de Robert Graves, su autobiografía, fusiona la verdad con el detalle, con la perfección de la forma, lo exacto con lo evocador.
Su obra más reconocida, sin embargo, es uno de los libros más controversiales y leídos de su tiempo. Una sátira divertida y conmovedora que revive la «confesión» de Humbert Humbert, un pedófilo, emigrante europeo de mediana edad, obsesionado con Lolita (1955), una «ninfómana» estadounidense de doce años. El escritor la titula originalmente “El reino junto al mar”. Nabokov había escrito en Paris, una novela, El Hechicero (1939) su último trabajo de ficción, en ruso y que nunca publicó en vida. Su hijo Dmitri la tradujo al inglés en 1986 y fue publicada al año siguiente. La versión original en ruso se publicó en 1991. Su argumento es muy similar al de Lolita, un presagio del tema de la pedofilia.
Nabokov se inspiró en sus experiencias como profesor en universidades estadounidenses (Cornell, Wellesley), para escribir una sátira de la vida académica: una obra cómica sobre un emigrante ruso, incapaz de dominar el nuevo idioma, la política y los horarios del tren. Empero, en la mentalidad de Pnin (1957), es el mundo que le rodea el que está distraído y es él, quien se encarga de aclararlo.
¿Por qué Nabokov?
El escritor, historiador y ensayista colombiano, Jaime Lopera, estudioso de la obra de Nabokov, considera que el autor de Lolita, fue mucho más que su novela erótica. —Mucho más, como que marcó una ruta de la novela con Ada o el Ardor o con Pálido Fuego (1962) que desestabilizaron el tratamiento de la narrativa del siglo XX y con sus escritos, puso un punto muy alto después de Joyce y de Proust. Un ruso dando lecciones literarias a occidente desde el propio centro del capitalismo, EEUU, y en las universidades más consagradas por su tradición. Esto es una audacia propia de quien inventaba metáforas como salidas, repentinamente, de un cubilete.
—Mi libro favorito, —cuenta el historiador—, es Pálido Fuego, una novela que se debe leer varias veces antes de entender su contenido y distinguir a sus personajes. Pero es un prodigio de imaginación con los 999 versos del poeta y las inteligentes interpretaciones del señor Kimbote, porque es eso, la concepción de un poema, lo que ilustra la narración y nos pone a pensar en cada línea. Leer sus cuentos implica además suponer que detrás de ellos se esconde una novela larga, eso hace que la versatilidad de este autor sea motivo de muchos acercamientos a su obra.
—Lolita, —estima J. Lopera, —se encuentra en la mitad de la literatura nobokoviana y, si bien alimentó la morbosidad de muchos de sus lectores, fue la guaca que le sirvió para explayarse en su análisis de la literatura mundial y escribir, en su retiro de Montreaux, muchos otros capítulos de su múltiple calidad narrativa mientras trataba de observar las mariposas y afilar los lápices con el mismo cuidado de un artesano con sus figuras. Solo unos pocos que se solazan con Lolita seguirán hacia los demás libros, pero su huella queda ahí para siempre —incluso con el cine de Stanley Kubrick que lo apreciaba.
Tres mundos, tres idiomas
La novela de Nabokov, Lolita, es polémica por el hecho de que ilustra un tema, hasta ese momento restringido por la censura. Aunque Humbert no es el pedófilo típico y su disfuncionalidad está romantizada, Nabokov le da la oportunidad al lector de introducirse en el patético mundo del depredador sexual. Su narrativa es amena, dotada de vocabulario y expresiones extraídos de los tres idiomas en los que era fluente. Esa amplia perspectiva en sus relatos, permite al lector deleitarse con el estilo. Su fina ironía y sentido del humor, añaden dimensión a sus personajes, resaltando así, su humanidad.
Con Lolita, Vladimir Nabokov abrió las compuertas de un tema escabroso que se convirtió en un arma de doble filo. Para los pedófilos y morbosos y para los lectores interesados en sondear la actuación y razón de la depredación sexual. También, quizás injustamente, creó la duda entre su público, de si él mismo tenía la inclinación, por lo cual su autobiografía y su novela más famosa requieren estudio y comparación.
En Estados Unidos la literatura de Nabokov resulta aún muy atractiva, especialmente entre los académicos y cineastas. Dos directores y dos versiones fílmicas de Lolita, Stanley Kubrick, (1962) y Adrian Lyne, (2012), se han encargado de mantener despierta esa fascinación. Se estima que se han vendido 50 millones de ejemplares del libro.
Han pasado cien años desde que nació Vladimir Nabokov y cincuenta desde que escribió su autobiografía. Hace apenas unos años que se publicó Lolita por primera vez en su país natal. Una eternidad desde que desaparecieron los mundos que evoca él en sus libros.
En un mundo limitado o censurado intelectualmente, la novela del escritor ruso ha sido afortunada, aunque constituye una gran pérdida, el que no exista el mismo interés por llevar al cine las obras de otros autores que como Nabokov, estimulan la inteligencia de los lectores con sus relatos.
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora, reside en Estados Unidos.