Por Marcel Agramonte.
Anteponiéndose a posibles riesgos provenientes de ISIS-K, China y Rusia, republicanos y demócratas demandan agregar $25 mil millones de dólares al fondo anual de defensa del Pentágono.
Antes de que Estados Unidos abandonara Afganistán, más concretamente, a fines de mayo, cuando la actual Administración anunció su plan presupuestario para el año fiscal 2022 (FY 2022), Joe Biden recibió muy fuertes críticas por solo haber destinado $715 mil millones de dólares a los gastos contemplados para la defensa de nuestra nación durante el citado período.
En ese entonces, cuando aún no había ocurrido el desastre que supuso el fin del conflicto afgano, en el que 13 soldados estadounidenses murieron a causa de un atentado suicida perpetrado por ISIS-K en el aeropuerto de Kabul, fueron varios los expertos en el tema que alertaron sobre la necesidad de añadir más dinero al Departamento de Defensa (DOD) nacional.
Ahora que la guerra contra Afganistán ha terminado oficialmente, pero que nuevos peligros terroristas amenazan nuestra seguridad desde ese territorio dominado por el Talibán, cobran más sentido las posturas de quienes en aquel momento conminaron a Biden a destinar más fondos a la fuerza defensiva del país.
Definitivamente, los expertos en este tema estaban claros: hace falta más capital para enfrentar posibles amenazas que puedan suscitarse en contra de nuestra nación. Y no solo las provenientes de terroristas islámicos, que de por sí son extremadamente serias, sino también las procedentes de enemigos históricos, como China y Rusia, que no se quedan atrás.
Ley de Autorización para la Defensa Nacional FY 2022
Era de esperarse que congresistas estadounidenses, sensatos, pusieran el dedo en la llaga en lo que respecta al presupuesto sugerido por Biden para la rama defensiva del país. Justo en el debate sobre la Ley de Autorización para la Defensa Nacional del FY 2022, miembros de ambos bandos políticos están exigiendo un incremento de $25 mil millones de dólares para ese sector.
Tal como ha revelado un artículo recientemente difundido por Bloomberg, la petición bicameral se produjo luego de que más de una docena de demócratas del Comité de Servicios Armados de la Cámara se unieran a los republicanos para demandar un aumento en el presupuesto del Pentágono de $715 mil millones de dólares iniciales a unos $740 mil millones.
Según la nota divulgada por el líder mundial en noticias y estadísticas financieras, todo indica que los solicitantes de la medida la consideran más que imprescindible. Y claro que lo es. Es decir, el DOD no solo debe contar con el capital necesario para autorizar el pago de tropas estadounidenses en peligro, sino también para luchar contra el flagelo del terrorismo y competidores estratégicos.
Consenso bipartidista sobre el presupuesto
Demócratas y republicanos han puesto a Biden contra las cuerdas para que le dé mayor importancia, dinero mediante, al sector defensivo de nuestro país. Algunos del partido azul, incluso, han amenazado con abandonar filas en lo que se percibe como un franco reto al inquilino de la Casa Blanca.
Elaine Luria (D-Virginia), por ejemplo, es una representante demócrata que lo ha dejado bien claro. «El presupuesto de defensa del presidente no aborda adecuadamente las crecientes amenazas de China, Irán y Rusia, y no dudaré en romper con mi partido si es lo mejor para nuestra seguridad nacional».
Mike Rogers, (R-Alabama), por su parte, ha dicho que «la presentación del presupuesto del presidente fue totalmente inadecuada para seguir el ritmo de una China en ascenso y una Rusia reemergente». Él, como otros representantes de su partido, espera «que la administración Biden-Harris comprenda esta medida bipartidista y ahora bicameral».
En lo que ello sucede, y la propuesta se debate en todas las instancias pertinentes, el propio Rogers, quien es el miembro de mayor rango del Comité de Servicios Armados de la Cámara, también ha sugerido cómo emplear parte de los fondos extras que se añadirían al presupuesto del Pentágono.
Básicamente, ha recomendado usar $9,8 mil millones de dólares en la compra de armas, incluidos un destructor DDG-51 para la Marina y tres submarinos del tipo Virginia al año. Asimismo, ha sugerido añadir unos $5,2 mil millones de dólares a actividades investigativas, y otros $4,2 mil millones a la ciberdefensa y la innovación, cuestiones todas de máxima relevancia.
Rendición de cuentas sobre Afganistán
Como parte de la petición bicameral que demanda una mayor financiación para los gastos de defensa del país, integrantes de las dos principales fuerzas políticas de nuestro país igualmente están presionando a la Administración sobre el tema Afganistán. ¿Acaso alguien pensó que no se escudriñaría hasta el más mínimo detalle sobre la particular salida de ese país? Pues esto es lo que hay, para empezar.
Mientras integrantes del Partido Republicano cuestionan a Biden sobre la forma equivocada en la que Estados Unidos salió de territorio afgano, miembros del Partido Demócrata le exigen rendir cuentas acerca de asuntos directamente relacionados con la partida de EE. UU. de esa nación.
Paralelamente, Liz Cheney (R-Wyoming), presentó una disposición orientada al «establecimiento de una comisión de 12 miembros para examinar la guerra de 20 años en Afganistán y las lecciones aprendidas de esa participación», según detalla el mismo artículo de Bloomberg.
Jason Crow (D-Colorado), entretanto, presentó otra a fin de exigir cuentas sobre el equipo militar que queda en Afganistán, los planes de contingencia para seguir evacuando a civiles de ese país con visas especiales de inmigrante y el tipo de operaciones que ejecutará el ejército estadounidense fuera de suelo afgano a sabiendas de lo que podría sobrevenir.
En cuanto a las amenazas a EE. UU. procedentes de Afganistán, el reporte señala que demócratas y republicanos concuerdan en que el Pentágono debería informar con carácter regular acerca de tales peligros.
Y yendo un poco más allá, también sugieren que tales informes «evalúen las organizaciones terroristas que operan en Afganistán, así como las operaciones de los talibanes contra los afganos que ayudaron a Estados Unidos desde 2001».
En lo que respecta a ISIS-K, rama del movimiento del Estado Islámico procedente de la provincia afgana de Jorasán, que además fuera la responsable de los recientes actos terroristas en Kabul, los legisladores igualmente parecen estar de acuerdo.
La republicana Cheney, por ejemplo, está patrocinando una disposición mediante la cual se solicitarían reportes trimestrales sobre la real amenaza que representa no solo dicho movimiento, sino también Al-Qaeda y la red Haqqani, actualmente bajo el dominio del Talibán.
Recordemos que los responsables de la muerte de unos tres mil estadounidenses durante los ataques al World Trade Center, en 2001, fueron, precisamente, 19 militantes de Al-Qaeda, por lo tanto, cualquier medida orientada a obstaculizar sus potenciales amenazas sobre nuestro territorio no solo debe ser aplaudida, sino también masivamente aprobada.
Volviendo a las enmiendas sugeridas, otra republicana, en este caso Vicky Hartzler, propuso que el Pentágono debería informar por qué cerró la base aérea de Bagran en Afganistán y solo dejó abierto el aeropuerto de Kabul, donde murieron al menos 60 afganos y unos 13 soldados americanos. Los hechos, obviamente, no se pueden revertir, pero alguien debería explicar muy bien las ya más que polémicas razones.
Finalmente, Sara Jacobs (D-California), pidió que el Inspector General Especial de Reconstrucción de Afganistán evalúe el desempeño de las fuerzas de seguridad afganas desde febrero de 2020 hasta agosto de 2021. Nada, que en lo que concierne al fin de la guerra más larga de EE. UU. contra país alguno todavía hay mucho que explicar.
Mayor vigilancia sobre China y Rusia
La República Popular China y su Partido Comunista, históricos enemigos de EE. UU., también son objeto de máxima atención por parte de quienes solicitan más fondos para la defensa de nuestro país.
La razón principal estriba en que, por petición de Biden, el presupuesto destinado a la Iniciativa de Disuasión del Pacífico (PDI, por sus siglas en inglés), equivalente a unos $5,1 mil millones de dólares, está muy por debajo de lo que realmente se necesita.
Siendo así, para disuadir la influencia de China y hacerles frente a sus acciones en nuestra contra, el Pentágono debería agregar $1,1 mil millones de dólares más, de modo que la PDI pudiera contar con unos $6,2 mil millones en total. De ese modo, habría más dinero en función de la defensa, los entrenamientos militares, la colaboración con los aliados y las operaciones en la zona del Indo-Pacífico.
¿Quién de nosotros no conoce lo que China ha estado haciendo (y hace) en contra de EE. UU.? ¿Quién está al margen de sus prácticas prohibidas y desleales en temas de comercio y propiedad intelectual? ¿Quién no sabe de sus ataques cibernéticos a objetivos clave de nuestro país? Y para colmo de males, ¿a quién le quedan dudas de su directa participación en el origen y la diseminación por todo el mundo del COVID-19, que tanto daño ha causado y sigue ocasionando?
Está claro que, para ganarle la pelea al país asiático, cualesquiera sean sus acciones e intenciones, presentes y futuras, hay que estar más que preparados y no solo económicamente, sino también militarmente. Es por eso que, según la nota de Bloomberg, «el Pentágono también tendría que informar al Congreso si China acumula más misiles balísticos intercontinentales activos que los Estados Unidos».
Sobre este particular, Michael Waltz (R-Florida), presentó una enmienda que, al igual que las anteriores, también recibió el apoyo de ambos bandos políticos. Básicamente, Waltz propuso que el jefe del Comando Estratégico de EE. UU. debería notificar a los comités de defensa del Congreso sobre las ojivas nucleares usadas en los misiles y la adecuada estrategia para disuadir a China.
A fin de estar completamente al día sobre este tema, otra de las disposiciones presentadas y aprobadas por legisladores de ambos partidos exige que el director de la Agencia de Inteligencia de Defensa presente un informe no clasificado al Comité de Servicios Armados de la Cámara para el 4 de marzo de 2022.
Según ha trascendido, lo que se busca con dicho reporte es conocer de antemano no solo el accionar del país asiático en contra de nuestra nación, sino también el de Rusia en lo que respecta a sus armas químicas y biológicas. Siendo completamente honestos, no se puede negar que estas medidas propuestas, de que son atinadas, lo son.
Basamento del mayor presupuesto para la defensa
El 28 de mayo pasado, cuando Biden anunció su plan presupuestario para el año fiscal 2022, se encontró con las críticas frontales de expertos en defensa: analistas que no dudaron en expresar su preocupación al respecto, porque son conscientes de los potenciales peligros que, como la más robusta nación del mundo, nos acechan.
Recuerdo que uno de esos analistas fue Thomas Spoehr, director del Centro de Heritage para la Defensa Nacional, quien entonces resaltó: «En un momento de amenazas sin precedentes a la seguridad nacional de los Estados Unidos, el presupuesto propuesto por la Administración Biden es totalmente inadecuado para abordar las necesidades del Departamento de Defensa».
Básicamente, Spoehr basó su planteamiento en el hecho de que el monto propuesto para este fin solo había aumentado un 1,7 % en comparación con el presupuesto del año anterior, hecho que contrasta bastante con los incrementos promedio del 16 % adjudicados al resto de los departamentos federales.
Según este especialista, citado en su momento por Heritage.org, el bajo presupuesto sugerido por la Administración Biden para cuestiones de defensa equivale, por un lado, a “desfinanciar al ejército”, esto es, menos dinero para su preparación, recortes en sus programas y una menor calidad de vida para los militares.
Por el otro lado, equivale a ponernos en desventaja frente a China. «Después de los acontecimientos del año pasado, [con el origen y diseminación del coronavirus desde ese país], nadie debería hacerse ilusiones sobre sus ambiciones de reemplazar el orden internacional», enfatizaba Spoehr entonces. Y mucha razón la que llevaba.
Tengamos en cuenta dos hechos fehacientes. Uno: China fue la única nación del mundo que creció durante 2020 (gracias a la pandemia engendrada en su propio suelo). Dos: aumentó su presupuesto militar anual en un 6,8 %. Con esa estrategia, el país asiático ha reforzado tanto su economía como su defensa. Y nosotros, ¿qué?
¿Vamos a esperar a que nos pase por arriba? ¿Vamos a permitir que su sistema defensivo sea superior al nuestro? ¿Vamos a consentir que su poderío militar sea mejor que el del patio? Y mirando un poco más a fondo, ¿vamos a ignorar su alianza con su compinche Rusia si de amenazas para nuestra seguridad nacional se refiere?
Por supuesto que no. La actual Administración debe centrarse, pensar con claridad y aprobar lo que unos y otros, rojos y azules, están pidiendo. No podemos, ni debemos, pasar por alto las amenazas que rondan a EE. UU. no solo procedentes de chinos y rusos, sino también de islamistas dispuestos a todo.
La gran potencia militar y defensiva que ha sido siempre Estados Unidos debe merecer ese calificativo ahora más que nunca y erguirse, orgullosa y victoriosamente, como tal.
Fuentes:
Marcel Agramonte, PhD, es exgerente de Programas para América Latina del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y analista senior de asuntos político-militares para LATAM de ZoePost.
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