Por Félix Antonio Rojas.
… de las cosas maravillosas que me pasaron en aquella abominación llamada revolución socialista una de ellas, fueron pocas, fue conocer al padre Miguel Ángel Loredo y a los gentiles y humildes frailes franciscanos ofm… aquellas tardes soleadas y frescas de los domingos donde el aire corría por los amplios pasillos coloniales del convento de Guanabacoa, y el sacerdote nos regalaba relatos mágicos de sus años de seminaristas en las pérdidas y misteriosas montañas verdes de Aránzazu… adicto a la magnífica biblioteca, repleta de libros prohibidos, podíamos encontrar cientos de volúmenes de la enciclopedia Espasa, textos antiquísimos de la historia de Sumeria y sus dioses que poseían el conocimiento de ingeniería genética, ensayos sobre los ritos ocultos y alquímicos del antiguo Egipto, los evangélicos apócrifos, las obras de Giovanni Papini y la existencia física de Lux-fero, manuscritos antiquísimos de monjes peregrinos que narraban leyendas de culturas primitivas y sus dioses que venían de las estrellas… estar cerca de Loredo era estar constantemente recibiendo conocimientos y enseñanzas, como un maestro de la alquimia de la vida y por supuesto él, había sido instruido en el poder de portar la magia de la luz y la palabra… cuando uno caminaba a su lado vestido con su cogulla, su hábito religioso de color carmelita, podías sentir en ese momento que eras el ser más poderoso y a la vez más sencillo de Luyanó mientras los lugareños se quedaban aturdidos hipnotizados por el movimiento ondulado de la sotana (como dos tres que flotaban).
Y mientras tanto pasaron los años en que vagábamos como lobos solitarios por las colinas de Lawton después de la traición del cardenal de la oscuridad Jaime Ortega que obligó al destierro injusto al padre Loredo por ser un estorbo a los planes del castrismo con la Iglesia católica… y en ese intervalo llegó a nuestras vidas el apóstol Oswaldo, el hombre más sensato y reflexivo de la historia de la oposición cubana, sin estridencias y espectáculo, con seriedad y convicción nos mostró el sendero de la Liberación final.
Haber sido parte del MCL en estas tres décadas de lucha contra la tiranía castrista es de las cosas más maravillosas y orgullosas que puede sentir un exiliado, que sueña con una Cuba como la diseñaron Oswaldo y Loredo, libre culta y próspera (dos tres que flotarán).
Félix Antonio Rojas es friki freelancer.
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Yo también conocí al padre Loredo, que sufrió cárcel en Cuba, y murió en 2011 en los EEUU.
Era una persona excepcional.