Por Gloria Chávez Vásquez.
Podemos juzgar el progreso por la valentía de las preguntas y la profundidad de las respuestas; por la osadía de encontrar la verdad más que en regocijarnos en lo que nos hace sentir bien.
Carl Sagan (1934-1996).
Cualquiera diría que un científico fascinado con el universo, encuentra al mundo demasiado prosaico para sus reflexiones. Pero si alguien ofreció respuestas y posibles soluciones a nuestros dilemas como habitantes de este planeta ese fue el astrónomo norteamericano, Carl Sagan.
En su último libro The Demon-Haunted World (1995), el ganador del premio Pulitzer (1978) y productor de “Cosmos” la aclamada serie de televisión (1980), Sagan escribió su proyección del futuro inmediato, como una advertencia a la humanidad.
Subtitulado ‘Una vela en la oscuridad’, el libro es una colección de ensayos compuestos de argumentos y premoniciones sobre el mundo porvenir, que, para el autor, estaba a la vuelta de la esquina. Sus sonidos eran ya atronadores, pero Sagan no estaría allí para ver el nuevo siglo. Le quedaba un año de vida y lo sabía. Desde ese momento solo pensó en las generaciones que experimentarían el fenómeno.
En vida, Carl Sagan fue un activista que advirtió sobre los peligros del armamentismo. Tras la caída de la Unión Soviética, el científico pronosticó que la de Estados Unidos se vería reducida a una economía de servicio e información, mientras que la industria clave de la manufactura iría a dar a otros países encabezados por la China comunista, acogida ahora por el capitalismo. En ese proceso se calcula que para 2030 China será el país más poderoso de la tierra.
Steve Jobs y Bill Gates empezaban a sacar sus inventos cuando Sagan se dio cuenta de que el poder tecnológico caería en manos de unos pocos convirtiendo el orden mundial en una tecnocracia, uno de cuyos resultados sería la censura y perdida de libertades a cargo de gigantes como Facebook, Twitter, Utube et al.
Lo peor de todo, escribió Sagan, es que “nadie representará el interés público ni tendrá idea de cómo tratar los temas” porque la gente habrá perdido la habilidad de marcar sus propias pautas y no podrán cuestionar esa autoridad. ¿Como tomar decisiones inteligentes sobre nuestras vidas cuando dependemos cada vez más de la tecnología?
En su desespero, -continúa diciendo Sagan-, la gente tomará decisiones importantes consultando con el horóscopo, ya que su habilidad crítica estará en declive, y las personas serán incapaces de distinguir entre mito y ciencia, ilusión y realidad. Como resultado, nos iremos sumergiendo nuevamente, aunque sin notarlo, en la superstición y la oscuridad.
“El entontecimiento [del mundo]_ lamenta el científico_ es ahora evidente en la influencia casi total de los medios de comunicación, cuyo contenido es cada vez más elemental. Los segmentos de 30 segundos, ahora de 10 o menos, son el mínimo común denominador en contenido importante. A esto se añade un sistema educativo, ideologizado que contribuye a degradar la inteligencia y el sentido común de las masas, haciéndolas más vulnerables a las manipulaciones y lavados de cerebro ideológicos.
En la actualidad la información es “una especie de celebración de la ignorancia” acelerada por el surgimiento de las “fake news” y la confusión que siembran los medios en una población cada vez más desequilibrada.
La inteligencia humana y con ella nuestras libertades, parecen en peligro de extinción si el conformismo persiste ante este tsunami mezcla de locura y terrorismo.
Como concluye Sagan, nuestra salvación está en fomentar “el pensamiento científico, crítico no solo para la búsqueda de la verdad, sino para restaurar el bienestar de nuestras instituciones democráticas.
Gloria Chávez Vásquez es escritora y periodista colombiana.
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